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La visita a los panteones, o cuando me muera que me esparzan en todas partes.

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Pasó el día de los fieles difuntos. No visité ningún panteón, ni siquiera para tomar fotografías.  En la mañana, después de mi café, puse, en un mueble de la sala,  algunas fotos de mis seres queridos, mi mamá, mi papá y mi hermano Gerardo; prendí una vela y dejé que San Judas se quedara ahí.   Hace mucho que no visito el panteón. Las tumbas deben estar llenas de tierra.   Las tumbas son frías. Cuando descubrí que igual podía platicar con mi amá a cualquier hora y desde cualquier lugar,  dejé de pensar que la tumba la contenía. Dejé de pensar que sólo ahí podía hablarle de mis preocupaciones o contarle lo que sucede en la familia.   Ahora ya no está Gerardo; lo cremaron y lo pusieron en un nicho. ¿Se puede platicar con las cenizas también?.  Tal vez para conformarme de no ir, he llegado a la conclusión que en el cementerio no queda nada...sólo huesos.   Las almas que habitaban esos cuerpos ahora flotan en todas partes (para los creyentes esto es vital).    Me preguntaron si tenía algú