Otra mínima
como mi cerebro es demasiado fugaz, no puedo sino escribir de manera fragmentaria. Seres concentrados, discúlpenme. Va la Historia mínima del día: Tengo demasiada fantasía y poca realidad. No creo que sea una virtud, pero tampoco un defecto. La balanza en estos casos debería contar, pero a todos luces parece no tener efecto en mi relación con los demás. Hago lo de siempre, me levanto por el lado izquierdo, estiro mis manos y pies, orino, me enjuago, y ya en ese ínterin he realizado algunos viajes. En un lapso de 10 minutos entre el levantarse y ponerse la vestimenta, estuve en Berlín, pensé en los amigos ausentes, soñé que un carro solar estaba estacionado en mi cochera; suspiré por un amor inexistente, y lloré por algo perdido sin siquiera saber qué era. Este caos no tiene ningún sentido, pero quizá sea la mejor manera para salvaguardarme del exterior. En dado caso, puedo desconectarme de las insulsas noticias de la radio; puedo escaparme mientras veo a los ojos