De fresa, vainilla y chocolate
Admito mi obsesión por el tiempo, pero hoy leí un artículo de Rosa Montero, hablando de lo mismo. Me sirvió de consuelo, aunque claro, yo sólo soy Ana Isabel Campillo, maestrita -como me dice Mariana López Quesney-, y además de semestres iniciales. Todo lo anterior no impide ni me limita a seguir con mi obsesión acerca de ese espacio que se me representa como un mar inmenso en el que las criaturas nos tocamos, inter actuamos, nos aislamos pero no podemos permanecer eternamente ahí. Ayer fui a una reunión. Gente de diferentes profesiones, artistas en su mayoría...el paso del tiempo me dio una cachetada. De repente saludé a chicos que fueron mis alumnos. Ya no son esos niños de antaño. En sus caras el tiempo deja la huella de la adultez que viven en estos tiempos. Significa que ahora yo transito rumbo a la vejez. Había de todo. La compulsión por detener el tiempo en el rostro, en el cuerpo. ¿Es posible?, mejor aún, digo, ¿Es relevante?. Algunos creemos que el tiempo nos o