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Mostrando entradas de febrero, 2019

de todo y nada

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Es difícil escribir un texto cuando las temáticas son tan variadas, tan pertienentes y necesarias.  El día proporciona el tema, no hay que buscar demasiado . La vida misma y sus actores cotidianos llevan la comedia y la tragedia de la mano.  Es un vaivén de palabras vestidas de amor, de paz, de angustia y de odio.  Es una carcajada estentórea cubierta de una capa temerosa por el futuro incierto.  Es una mirada triste de los besos olvidados en el cajón del tiempo. ¿De qué escribir que no sea ya de todos sabido?  El miedo al cambio que paraliza el cuerpo, pero que impulsa el alma. El juicio injusto del ciego moral.    La incertidumbre sempiterna que dura un destello.   No quiero escribir de alguien ni de mí. Quiero escribir por todos, cercanos y ajenos. De los que me miran con ojos de futuro;  de los que tienen agarrado el presente de una pierna y tienen pavor hundirse en el pasado. De los que temen las caricias soñadas o quieren la soledad ansiada.   De los que vieron un mundo posible

Los padres terribles

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Hoy, como parte de mis tareas habituales, entré a ver la obra Los Padres Terribles, de J. Cocteau. Alumnos de la materia de Laboratorio de Producción, octavo semestre, dirigidos por Marcos González.  Ni qué decir que el texto es genial. Pone el dedo en la llaga en tantas historias que suceden dentro y fuera de nuestras familias.   Los enojos guardados, el carácter pusilánime de unos y manipulador de otros.  La hipocondria física y mental;  las infidelidades que a veces sólo son tristezas añejas que no pudimos ventilar a tiempo.  Pobreza que obliga a la sobrevivencia a costa del  amor propio.  Pereza que nos vuelve inútiles y enfermos.  La búsqueda de una felicidad que no podemos construir a partir de nosotros mismos...de nuestras limitaciones o ventajas.   Algo que sucede en los años treinta sigue vigente.   Esa es la característica de las obras universales. Son simplemente atemporales.  Es un trabajo estudiantil con todas las limitaciones que se tienen en una universidad pública.  Me

¿Cómo sucede?

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Comienza como una idea minúscula, pero luego se oculta chapuceramente en la intrincada red de mis neuronas.   Yo aún no entiendo, y con seguridad moriré sin hacerlo. ¿ Qué permanece en nuestra mente después de tantos años? ¿Cómo el cerebro selecciona nuestros recuerdos? ¿Cómo se fijan esas datos a veces tan insulsos?  Supongo que los neurólogos o neurocientíficos tendrán miles de artículos e investigaciones para tratar de entender qué es un aprendizaje significativo, o cómo la sinápsis ayuda a  ligar nuestros conocimientos y hacerlos permanentes. Yo no lo sé.   Siempre que saco el tema a colación, me autodiagnostico con déficit de atención, porque me cuesta mucho concentrarme y no puedo entender cómo pude terminar una licenciatura. Sí, con seguridad hay cosas que me atrapan (como la fotografía), pero otros estudios me costaron el doble o triple de tiempo que a mis compañeros.  Lo hice porque a veces soy terca, pero me doy cuenta que también soy fácil de decepcionar. No tengo el empuje

Ejercitar el lenguaje o el cerebro?

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La disciplina de escribir a veces no tiene que ver con el tema en boga o el trabajo de encargo, sino con tomar la palabra por los cuernos y domarla -si esto es posble- , con volverla aliada y cómplice de tus pensamientos. Para lo anterior no valen tiempos ni buen humor, sólo la terquedad enjundiosa de quien ve un espacio en blanco y un teclado que incita a jugar con las letras. A desenmarañar las ideas del juego mental que habla a través de signos; de clarificar,  no necesariamente con juicios,  la nube emocional que llueve en nuestra cabeza.   Es sentarse en el aquí y ahora  y obligar a que inicie un juego del que no sabemos siempre el final, pero sí que el camino puede ser sinuoso, empinado o recto y plano... las letras se acomodan y explotan en sonidos inefables, bullangueros o melancólicos. Develan el caos interior y lo regalan a las almas receptoras. De esta manera nos conocen, nos comparten, nos habitan al menos en el instante de la lectura. Para escribir  hay que ser valiente;