Qué se pierde en la "virtualidad"?

La Pandemia del Covid19 nos hizo virar inesperadamente hacia un mundo virtual a fin de concluir nuestro ciclo escolar.  De manera apresurada tuvimos que replantear cómo hacer llegar los contenidos a nuestros alumnos y cómo evaluarlos a través de los medios que ofrece la red.  Usamos plataformas o redes sociales en ese intento de comunicarnos con nuestros estudiantes.  Salvamos, en lo posible, un semestre mediante el cambio de estrategias de aprendizaje. No estamos aún listos para saber si fue mejor o si se lograron los objetivos al cien por ciento. La realidad es que nunca se alcanzan a cubrir los objetivos completamente de manera presencial, y saben qué? no importa tanto.  Este virus desbordante, tanto como nuestra estupidez al no tomar las precauciones debidas,  prolongará su efecto varios meses más. Habrá pérdidas humanas y claro, económicas.  Significa que iniciaremos de nueva cuenta el semestre a través de plataformas virtuales.  Tendremos que hacer nuestro mejor esfuerzo para ajustar los contenidos y las formas de evaluación para que nuestros estudiantes "no pierdan" su tiempo.   Esto de perder el tiempo es un trampa grave, y en un mundo que sólo piensa ganancias y pérdidas,  ya sabemos lo que significa "perder tiempo". No es ese el punto sobre el que deseo hacer un breve reflexión, pero sería sabio tenerlo en cuenta para pláticas futuras.
Me regreso a esa enseñanza virtual. Me preocupa un poco o un mucho esta modalidad (que ya no es nueva, aclaro, pues hay desde hace tiempo, infinidad de cursos de carácter virtual); pienso en que los docentes hemos desarrollado a través del tiempo, un sexto sentido para detectar y subsanar en nuestros estudiantes miles de problemas que los aquejan, no sólo de tipo académico.   Dentro de nuestro programa de materia o plan de trabajo, como gusten llamarlo,  no están puestos una serie de procesos pedagógicos y enseñanzas  esenciales que vamos aplicando a fin de que el conocimiento se finque en el alumno y pueda dar paso a otros procesos creativos.  Nuestra manera de observar cómo se relacionan los estudiantes entre sí; los lazos que generan entre ellos mismos;  sus actitudes dentro y fuera del salón; el matiz de sus palabras, cómo se recargan en el escritorio, sus miradas, sus respuestas, en fin, hay una serie de observaciones que nosotros como maestros, somos capaces de procesar para obtener información de cada uno de nuestros estudiantes como individuos singulares. Información que nos hace tratarlos de modo deferente y único.  Información que nos ayuda a provocar en ellos formas distintas de amor al conocimiento;  nos permite hablarles, escucharlos, ayudarlos en sus procesos.  Todo eso se da porque tenemos la suerte de convivir con ellos de cerca, de acercarnos a ellos, de interpretar un gesto, una palabra o una mirada.  No hay simulación ni distracción en este acercamiento.  Hay sí, una línea invisible que genera empatía y nos conecta con ellos.  
¿Qué pasará ahora? aprenderán cosas y serán competentes en ciertas prácticas, pero no se verán entre sí, no se confrontarán con el Otro ni con el maestro de viva voz.  ¿Cómo será este nuevo modelo impuesto por la circunstancia?   No lo sé y a veces me preocupa. Se resolverá pero dará cambios en todos nosotros.  Cuáles serán? tampoco sé.  Habrá ganancias pero también pérdidas.


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