El cansancio

Hay un cansancio interno que no viene de la mucha actividad.  Es uno que traigo enraizado entre la mente y el corazón.  Viene acumulado de sinsabores, de esperas inútiles y de cambios inexistentes.
Cansancio que el ocio salpimenta con sazón de cocinero experimentado.  La mirada se lanza al exterior, hacia la vida silvestre que da ejemplo de resistencia, de convivencia inusitada.  Allá, afuera, en el calor agobiante, las aves y los reptiles disfrutan la flora nutriente y reciben cobijo del sol; construyen su hogar a partir de ramas y hojas.  Tengo que mirar al exterior porque ahí está mi esperanza.  Apartarme un poco de la palabra y la injuria constante.    Tengo que defenderme de esas palabras que parecen llanto sin fin   De esas historias que matan más que la enfermedad.
No quiero ese sustrato hecho de quejas y odios;  es mejor la lejanía, es mejor el brote inesperado de una planta;  prefiero pues el abono de miradas al exterior.   Cuando todo parece indicar una catástrofe humana, sólo la naturaleza pone equilibrio y me da futuro.


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