ignorancia bienhechoras

¿Será que hay ignorancias bienhechoras? No todo el conocimiento apunta a la felicidad, eso me queda claro. El Saber también tiene sus bemoles, pero no por eso es menos anhelado, no por eso deja de ser la piedra basal en la que nos desarrollamos. Se pueden ignorar muchas cosas, pero una vez que adquieres conocimiento es difícil descartarlo. Se te incorpora celularmente. El conocimiento nos transforma desde dentro. Si has aprendido a pensar, ¿Cómo no usar esa capacidad y seguirte autotransformando por así decirlo? Y sí, el aprendizaje es un proceso doloroso, como dijo Lucy, la de la película de Luc Besson, pero no necesariamente tiene que ser sólo eso. El aprendizaje también es gozo, epifanía vital, conciencia y sentido del otro. El conocimiento mejora mis habilidades prácticas y también alerta mis sentidos de un modo inefable. El bagaje que acumulo no tiene límite, y aunque mi cuerpo empiece a envejecer, es posible seguir aprendiendo cada día hasta el momento de morir. Con el tiempo viene ese proceso, un tanto ecléctico, de decidir qué conocimientos y habilidades queremos y podemos adquirir. Ya no viene regido desde el exterior: Kindergarten, Primaria, Secundaria, etc. El conocimiento se nutre de asuntos externos, pero es en el interior donde se genera el proceso personal sobre el “qué y el cómo” de ese aprendizaje. Por lo mismo, también está la decisión de ignorar. Ignorar asuntos dolorosos, ignorar información dudosa o daniña. Ignorar deliberadamente más que ignorar significa elegir.

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